Semana internacional de la educación - International Education Week

A menudo suelo escuchar que la música es el idioma universal del mundo, medicina para el espíritu humano. Las nostalgias se van y llega la alegría, y en seguida uno se siente como un cielo azul, extenso de alegría o de tristeza, otras veces uno se siente como simple riachuelo que corre entre distintas rocas. En esa sola manera de escuchar melodías distintas, sabroso, como suelen decir mis compañeros de Colombia, esta vez en el lenguaje cotidiano de distintos pueblos; la música se convirtió en parte de todas las almas presentes en la sala de arte de Palo Alto College. Tuve la suerte de conocer y escuchar esas nuevas melodías, y algunas de ellas parecidas a las mías y cada segundo de sonido me fue adentrando en esas nieblas de nuevas costumbres.

COLOMBIA. La muy conocida cumbia colombiana, invita a cualquiera a disfrutar de un momento inolvidable, cuando el tambor suena surge en el alma de cada uno de los colombianos y las personas que la escuchan una alegría sin límites, bien sea en el país o en el extranjero, ese aire musical que hizo conocer a Colombia ante el mundo. La cumbia es una de las expresiones melódicas más representativas de Colombia, mis compañeros, compartieron aquel ritmo sabroso con todos nosotros, con el baile como solo ellos lo saben hacer; no habrá sido con el atuendo de Juan Valdez, pero el candor de aquel país alegre se reflejó en los cinco integrantes de esa gran nación.

ECUADOR. La escenificación de la cosecha del trigo en los andes del Ecuador, la melodía de la quena, dulce como el trinar del gorrión, me llevó en un viaje imaginario a mi pueblo. El recuerdo de la cosecha del trigo junto a mi padre y mi madre, muchas veces con pleno sol en la frente y para apaciguar la sed, siempre listo la chicha de jora que mi madre preparaba del maíz amarrillo. Conocer más sobre los andes, la costa, la selva y el orgullo de los ecuatorianos; los Galápagos, fue una euforia inmensa para mí.

BOLIVIA. No podría haber faltad
o, el país que tiene el lago más alto del mundo, el país de los yungas, el país de las grandes montañas, y en el mundo poco conocido la inmensa selva que posee. Anunciado la participación de Bolivia, salieron mis compañeros, ellos muy patriotas luciendo un traje con el color de su bandera. Minutos más tarde nos deleitó con una danza, la cueca, en el que se representa el asedio amoroso de una mujer por un hombre, los bailarines muy bien vestidos a pesar de la escasa posibilidad que teníamos todo el grupo para conseguir los disfraces. Nos alegró con un ritmo muy contagioso y movido. La mujer y el hombre llevan un pañuelo en la mano derecha, trazan figuras circulares, con vueltas y medias vueltas.

PERU. La participación de PERU. Karen, Maday, Melvin, Emira y yo, quisimos mostrar lo que tenemos en el Perú, desde la ubicación en Sur América, nuestras costumbres de la costa, de la selva, de la sierra, por ello compartimos con todos un video de resumen de todo el Perú, comparatimos una danza de cada región, de la costa, el Alcatraz, uno de los bailes más típicos que predominan en la costa peruana, la forma actual plasma a principios del siglo XX a partir de los ritmos africanos traídos al Perú por los esclavos negros. De la selva, el baile de shipibo, danza de Origen Guerrero que está basada en la disputa de territorio entre los Yawuas que habitan mayormente en las orillas del río Amazonas y Shipibos que habitan a orillas del río Ucayali. De la parte andina del Perú un huayno. El Huayno es la expresión musical más popular en la región de la sierra del Perú; nace en el Imperio Incaico y sobrevive de la colonización española y mantiene su popularidad hoy en día. El Huayno es una danza festiva y alegre con muy colorida vestimenta hecha de lana de llama tejida y bordada. Esta vez bailé con mi poncho que mi madre me regaló antes que viniera a los EE.UU. Como fin de fiesta, degustamos dos platos típicos de dos países. Perú y Bolivia. De Perú el arroz con pollo y la papa a la huancaína. De Bolivia el piquemacho . Detrás de todo este evento hay dos personas a las que quiero agradecer, a Julia Jarrel y Earl Gastón, personas que trabajan mucho para que el grupo este mejor cada día. Simplificado todo, fue una experiencia maravillosa e inolvidable.